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Blog Vivanco: #CulturaDeVino
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de Vino

¿Qué tipo de copa utilizar para cada vino (tinto, blanco, espumoso…)?

infografia-copas

Hasta los más recientemente iniciados en el mundo del vino habrán caído en la cuenta de la enorme variedad de tipos de copas de vino diferentes con las que uno puede encontrarse. Existen copas de diferentes tamaños y formas, adaptadas a un particular tipo de vino hasta el nivel más exhaustivo que podamos imaginar. Sin embargo, no hay que olvidar que el vino es un alimento con vocación universal, por lo que para disfrutar de él tampoco es necesario disponer de una extensísima colección de cristalería. Bastará con conocer los diferentes tipos de copas de vino más comunes, su forma, y los diferentes elementos que conforman estas copas y cómo estos elementos modifican nuestra experiencia al degustar un vino.

Unas sencillas nociones serán suficientes para entender qué tipo de copa es más apropiada para servir un tipo de vino concreto, en función de las características de ambos: vino y copa. Y eso es lo que nos proponemos en este artículo, descubrir cuál es la copa más adecuada para disfrutar de un vino tinto, de un vino blanco, un vino espumoso o alguno de los denominados vinos especiales.

¿Cómo debe ser una copa de vino?

Como veremos a continuación, existen muchas copas de vinos diferentes, cada uno de ellos diseñado para mejorar la degustación de tipos de vino muy concretos, en función del lugar o del proceso de elaboración, de la variedad de uva predominante, etc. Pero antes de adentrarnos en estas diferenciaciones, es importante entender los elementos comunes que presentan todas las copas de vino, cómo puede variar la forma en la que nos encontraremos estos elementos en función del tipo de copa y cómo estas variaciones van a afectar nuestra forma de percibir las características organolépticas del vino (aromas, color, sabor, tacto…) durante la cata.

La inmensa mayoría de las copas de vino que vamos a encontrar contarán con tres elementos o partes básicas: la base, el tallo y el cuerpo.

  • Base

La base es la parte inferior de la copa, siendo el elemento que la mantiene en vertical cuando la posamos sobre la mesa o sobre cualquier otra superficie. Aunque pueda parecer un elemento no demasiado significante, esta base tiene también cierta importancia, ya que debe presentar un tamaño proporcionado con respecto al cuerpo y al tallo de la copa para que aporte estabilidad al conjunto. También es uno de los puntos por el que podemos asir la copa, para poner distancia entre nuestra mano y el cuerpo, de cara a evitar la transferencia de nuestro calor corporal al vino o la contaminación de los aromas durante la cata.

  • Tallo

El tallo es la parte que une la base de la copa con el cuerpo. Es la otra parte fundamental por donde podemos sujetar la copa y en esta cuestión reside su importancia. Nos permite tomar la copa sin necesidad de tocar el cuerpo, evitando que calentemos el vino, o que manchemos las paredes del cuerpo de la copa. El tallo también mostrará una cierta proporción con el tamaño del cuerpo de la copa, para que la sujeción de esta resulte cómoda y equilibrada: los cuerpos de copas más grandes, se complementarán con tallos más largos. Asimismo, los vinos que se sirvan a menor temperatura, se degustarán mejor en copas de tallo largo, por el mismo motivo de alejar nuestro calor corporal del contenido de la copa.

  • Cuerpo

El cuerpo o cáliz de la copa es el elemento más importante, ya que es el recipiente que va a contener el vino. Por ello, es aquí donde podemos encontrar más variaciones entre un tipo de copas y otros, según el vino para el que han sido diseñadas. El cuerpo de la copa cuenta, a su vez, con dos partes bien diferenciadas: la base y el cuello.

copas vino tinto

La base de la copa será donde quedará el vino una vez servido y el cuello, será un espacio por donde circularán los aromas que emanan del vino hasta nuestra nariz y nuestra boca. Según el tipo de copa de vino, así será la relación de tamaño entre la base del cuerpo y el cuello de la copa. Una base ancha y extensa permitirá un mayor contacto del vino con el aire, permitiendo una mayor oxigenación. Esto resulta especialmente indicado para vinos con cierta crianza, con estancias en madera, y que presentan matices aromáticos más complejos y delicados. Estos vinos necesitan de una cierta evolución en la copa para mostrar todo su potencial: hay que abrirlos. Para ello, se hace girar el vino dentro de la copa a través de movimientos circulares. Así se potencia la oxigenación de estos vinos y afloran los aromas secundarios y terciarios del vino. Por el contrario, una base de cuerpo estrecha será más indicada para evitar una oxigenación excesiva, algo ideal para vinos más ácidos, más frescos y aromáticos, en los que los aromas primarios se presentan de forma más explosiva, este sería el caso de vinos tintos jóvenes, de los rosados o de los blancos sin crianza.

El cuello de la copa, en su caso, servirá para concentrar más o menos los aromas del vino a medida que estos ascienden por el aire hasta nuestra nariz. De esta manera, los vinos más complejos y estructurados, aquellos con más envejecimiento o aquellos que muestren matices aromáticos más delicados, verán potenciados sus aromas al servirlos en copas de cuellos más estrechos. Para vinos en los que la concentración excesiva del aroma pueda ser demasiado saturada, optaremos por copas de cuello más ancho, para que el primer golpe aromático sea más directo y se conserve todo el frescor. Esto será especialmente indicado para vinos afrutados, jóvenes, ácidos y frescos.

Por último, detalles como el material para la elaboración de la copa o el corte de la boca son también muy importantes para mejorar la experiencia de la degustación. Las copas deben ser siempre de cristal o de vidrio de calidad, incoloro y transparente, y de un espesor de no más de 1 mm en las paredes. Esto nos permitirá poder apreciar todos los matices del vino en la fase visual: el color, la limpidez, la lágrima, etc. El corte de la boca, por su parte, ayudará a distribuir el vino en la boca de manera correcta y nos dará un tacto agradable al ponernos la copa en los labios. Este corte debe ser siempre recto. Las copas de boca más ancha permitirán que el vino vaya directamente al centro de la lengua, repartiéndose desde ahí al resto de la boca, por lo que se potencian sabores como el dulzor y la acidez de un vino, cuyos receptores tenemos en la punta y en los laterales de la lengua, respectivamente. Las copas con bocas más estrechas, facilitarán que el vino se dirija hacia el fondo de la boca, evitando, por ejemplo, un dulzor excesivo de determinados vinos en el primer momento de probarlos.

Principales tipos de copas en función del vino

Como hemos visto, las formas y tipología de cada copa pueden potenciar o atenuar diferentes características de un determinado vino. Por ello, podemos encontrar diferentes modelos de copa, cada uno de ellos adecuado para un tipo de vino en concreto. En este sentido, podemos llegar a complicarnos prácticamente hasta donde queramos, ya que hay copas diseñadas incluso para determinadas variedades de uva o para beber vinos de una determinada denominación de origen. Pero de manera general, con tres o cuatro tipos de copa diferentes será suficiente para que podamos disfrutar de casi cualquier tipo de vino en condiciones óptimas.

  • Copa de vino tinto

Los principales tipos de copas que se comercializan para servir vinos tintos son las de tipo Borgoña y las de tipo Burdeos. Ambas son copas grandes, con bases de cuerpo redondas que permiten que el vino gire correctamente en su interior. Son también amplias, facilitando la oxigenación. La de tipo Borgoña tiene la base algo más abultada y el cuello más cerrado lo que, como ya sabemos, facilita la evolución y la concentración de aromas. Es una copa especialmente diseñada para degustar vinos elaborados con la variedad pinot Poir, pero sirve también a la perfección para realzar las características de vinos envejecidos de Rioja, Ribera, de Toro o del Bierzo. El modelo Burdeos, por su parte, es el tipo de copa más común. Se presenta como una copa algo más estilizada. Su boca, más ancha que en la copa Borgoña, permite que el vino se reparta desde el centro de la boca, minimizando el amargor de los taninos del vino. Esta copa es especialmente indicada para degustar tintos jóvenes y crianza. También puede empelarse para servir vinos blancos secos y blancos con crianza.

 

  • Copa de vino blanco

La copa para vino blanco es muy parecida a la de Burdeos en la forma, pero con un tamaño algo menor en el cuerpo y un tallo más prolongado. La boca de la copa suele ser también más abierta, para potenciar el dulzor en el caso de los vinos blancos más frescos. El tamaño del cuerpo menor evita una oxigenación excesiva del vino y ayuda a que conserven la baja temperatura. Este tipo de copas es perfecta para servir vinos blancos de todo tipo, vinos rosados y algunos tintos jóvenes y afrutados que deban servirse frescos.

copa vino blanco

 

  • Copa para vinos espumosos

Los vinos espumosos se sirven, por lo general, en copas de tipo flauta. Son copas alargadas, muy estilizadas y estrechas, con tallos también largos y finos. Este tipo de vinos deben servirse fríos, por lo que la forma de la copa sirve para evitar la subida de la temperatura del vino. Por este motivo, el cristal de este tipo de copas es a menudo de mayor grosor que el de las anteriores. Además, esta forma permite que se observe perfectamente la formación y la subida de las burbujas del vino a la superficie, así como que se potencie el frescor de estos vinos a cada sorbo. Este tipo de copas es la más utilizada para servir cavas, champanes y todo tipo de vinos espumosos.

 

  • Copa para vinos especiales

Con los tres anteriores tipos de copa podríamos disfrutar perfectamente de la mayoría de los vinos más comunes. Pero podemos añadir también un cuarto modelo a nuestra colección. Este modelo podría ser el de la copa de Jerez, similar al de la copa para vinos espumosos, pero de menor tamaño y de tallo más corto. También podría servirnos una copa de Oporto, algo más ancha y con la boca más cerrada. Este tipo de copa podría servirnos para disfrutar prácticamente cualquier tipo de vinos especiales: vinos dulces, olorosos, amontillados, Pedro Ximénez, etc. Vinos muy aromáticos, dulces, de alto contenido alcohólico, que se sirven normalmente fríos y que ven reforzadas sus características con este tipo de copas.

Haz clic sobre la imagen para ampliarla.

infografia copas vino

Ahora conocemos los principales tipos de copas de vino más comunes y sabemos cuál es la más recomendable para cada ocasión. Esta información nos será de ayuda para comenzar nuestra pequeña colección de copas doméstica y adaptarla al tipo de vinos que más nos guste.

 

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