Pablo Picasso es, sin duda alguna, uno de los artistas más importantes de todo el siglo XX –si no el que más– y seguramente uno de los más influyentes de toda la historia del arte. Principalmente conocido como pintor y escultor, Picasso cultivó también otras disciplinas como el grabado, el diseño, la cerámica e incluso la creación de escenografías y vestuarios para representaciones teatrales y ballets. Su libertad y fuerza creadora, su capacidad para revolucionar y renovar la pintura y la ingente producción artística que acometió a lo largo de toda su vida, de forma ininterrumpida y constante durante más de 80 años, lo elevan a la categoría de verdadero referente para todo artista posterior. Su huella estética puede entreverse hoy en día en forma de influencia en multitud de manifestaciones artísticas por todo el mundo: pintura, escultura, arquitectura, diseño, fotografía, música, literatura… Pero es que además, Picasso cambió la concepción popular de la idea del artista. Lo hizo a través de su forma de entender y vivir el arte, concibiendo la creación artística como una auténtica pulsión vital, una necesidad fisiológica más, como pueden ser el acto de respirar o el de comer.
Nacido en Málaga en 1881, después de una estancia de varios años en Barcelona y tras su paso por la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, Picasso se establece en París en el año 1904. Instalado en el Bateau-Lavoir, en el conocido barrio de Montmartre, allí conoció a algunos de los artistas e intelectuales más relevantes del siglo XX: Guillaume Apollinaire, André Breton, Gertrude Stein, Alfred Jarry, Max Jacob, Henri Matisse, Jean Cocteau, Ígor Stravinski, Paul Éluard o Georges Braque, entre muchos otros. De la colaboración con este último, surgió la creación del cubismo, movimiento artístico desarrollado a partir de Las señoritas de Avignon, que Picasso pintó en 1907. La concepción del cubismo supuso toda una revolución a la hora de representar las formas y el espacio que componen la realidad, una ruptura con el arte figurativo cuya influencia perdura hasta nuestros días. También serviría como catalizador para la efervescencia del resto de movimientos de vanguardia que sacudieron el siglo XX.
Pero más allá del cubismo, Picasso fue capaz de dejar huella en el mundo del arte a lo largo de todas sus etapas creativas: sus períodos azul, rosa, verde o blanco y negro; el mismo cubismo; su posterior paso por el surrealismo y la abstracción, la vuelta al clasicismo, sus interpretaciones de obras de grandes maestros (Velázquez, Delacroix, Courbet…), etc. Esto sería una clara muestra del espíritu inquieto y la creatividad desbordante del artista, siempre con la experimentación y el juego como enfoque de sus creaciones. Pero sin dejar nunca totalmente de lado su conocimiento de los artistas clásicos que le precedieron.
Exposición de Picasso en Vivanco
Para celebrar a Picasso, el Museo Vivanco de la Cultura del Vino acoge una exposición temporal en la que pueden visitarse 22 obras del artista, muchas de ellas nunca antes expuestas al público. La muestra recoge una colección de pinturas, cerámicas, litografías y otras piezas que muestran la interpretación que hace Picasso de diferentes figuras y mitos del mundo clásico: Baco y Dioniso, dioses de la vid y del vino en la Antigua Roma y la Antigua Grecia; los faunos; la celebración de bacanales; Hércules…
La exposición se inicia con una obra cubista, Bouteille de vin. (Picasso,1922), para pasar después a hacer un recorrido por otros estilos trabajados por Picasso a lo largo de su vida, y manteniendo el mundo del vino, con Baco y Dioniso como principales representantes, como hilo conductor. Desde Hércules con su maza (Pablo Ruiz, 1890), pasando por Flautista y cabra (Picasso, 1948), Hommage à Bacchus (Picasso,1956) o Danza de faunos (Picasso, 1957), hasta llegar a trabajos de corte publicitario, como las litografías Galerie 65, Cannes (Picasso,1956) o Sala Gaspar (Picasso, 1961).
La exposición sobre Picasso podrá visitarse en el Museo Vivanco de la Cultura del Vino hasta el 16 de junio de 2019. Una muestra con entidad propia y a la que merece la pena acercarse por sí misma, a través de una visita libre o guiada, como prefieras.
Siempre es un buen momento para revisitar al genio malagueño y posiblemente no haya mejor forma de hacerlo que con una copa de vino en la mano. Esta exposición nos permite hacerlo y conocer, de primera mano, algunas obras de Picasso nunca antes expuestas.