El verano de 2017 se acaba, y lo hace siendo el año en el que se ha popularizado el término turismofobia. Una palabra que hace referencia al desacuerdo con la turistificación de hogares y ciudades. Un turismo masivo que termina por afectar directamente al tejido comercial y al entorno social de las ciudades.
Y más allá de la idoneidad del término, está claro que su mera aparición en escena muestra que el problema existe y que se hace palpable en muchas zonas del mundo. Pero, ¿se puede viajar de otra forma? La respuesta: slow travel. Una forma de turismo lento en la que se pretende disfrutar del viaje de forma pausada, realizando una inmersión consciente en el lugar de destino. Hoy veremos en qué consiste el slow travel y por qué La Rioja es el sitio perfecto para practicarlo.
El movimiento slow
El movimiento slow es una corriente cultural que aboga por vivir diferentes aspectos de la actividad humana de una manera sosegada, en contraposición al agitado ritmo de vida que lleva la mayoría de la gente en las ciudades de Occidente. La clave de este movimiento radica en tomar el control de nuestro tiempo, evitando que ocurra lo contrario y que vivamos constantemente mirando la hora en todo lo que hacemos: desde que nos despertamos por la mañana y vamos aceleradamente al trabajo, hasta que regresamos de vuelta al hogar y ponemos la alarma para levantarnos a la mañana siguiente. Todo ello, con los correspondientes desplazamientos urbanos, reuniones, almuerzos de 10 minutos, y algunas horas de ocio frente a una pantalla.
El movimiento slow pretende poner freno a este ritmo de vida, bajar las revoluciones y apostar por la calidad en lugar de por la cantidad. Hoy en día podemos aplicar esta filosofía de lo lento a casi cualquier aspecto de nuestras vidas, pero en un primer momento, el adjetivo se empleó para denominar la corriente slow food: una cocina lenta, que apuesta por los productos naturales autóctonos, de temporada, preparados de forma tradicional y primando la calidad y que sean disfrutados en comunidad, como lo hacen en el restaurante Vivanco.
El término, acuñado por el sociólogo Carlo Petrini, surgió como clara contrapartida a la fast food, ante la indignación del italiano por la apertura de un famoso restaurante de comida rápida en la Plaza de España de Roma, allá por 1989. Y puede que este hecho sea una de las mejores formas de comprender todo lo que conlleva este movimiento.
Slow travel
Aplicando la filosofía de lo lento al mundo de los viajes aparece el término slow travel, que viene a abrazar unos principios equivalentes a la hora de viajar por el mundo. El slow travel o turismo lento pretende una forma de viajar opuesta al paquete turístico, al viaje organizado, a las masificaciones y al visitar los destinos a toda prisa. Por el contrario, el turismo lento pretende ser una forma de conocer realmente los lugares que se visitan, mezclándose con la gente del lugar, compartiendo sus costumbres y descubriendo su cultura de primera mano. Supone una búsqueda de lo auténtico, de las experiencias reales que brinda un lugar, en vez de un paso rápido y superficial del visitante.
Algunas pautas para practicar turismo lento
La Rioja es un lugar perfecto para practicar este slow travel, y lo vamos a ver a través de algunos consejos que nos ayudarán a dar forma a este movimiento.
Sin prisas
Vivimos en la era de los vuelos low cost en la que podemos comprar un viaje transoceánico por unos pocos euros. Pero el hecho de que algo sea posible no quiere decir que sea deseable.
A todos nos ha pasado al volver de alguno de estos viajes: hemos pasado más tiempo entre puertas de embarque, maletas, metros y taxis, que disfrutando del lugar que pretendíamos visitar. El turismo lento, por su parte defiende el auténtico viaje, sin prisas, disfrutando de la llegada el destino, pero también del trayecto. Dándonos tiempo para conocer los lugares y sus gentes a través de pequeños actos cotidianos. Elegir un destino que nos dé tiempo a disfrutar en los días de que disponemos durante nuestro viaje es fundamental para no ir estresados. En La Rioja puedes encontrar algunos pueblos perfectos para perderte durante un día, dos, o los que quieras.
Empápate del lugar
El slow travel marca una diferencia clara entre visitar un lugar y vivir un lugar. Mezclarse con los habitantes del destino que visitamos, participar de su día a día, conversar con ellos, conocer su cultura… Si viajamos de forma lenta, consciente y sostenible, los lugares que recorramos dejarán huella en nosotros y no al revés.
Deja espacio a la improvisación
Si en nuestro día a día no llevamos planificado nuestro tiempo al minuto, ¿Por qué debemos hacerlo cuando viajamos? Está bien mantener un cierto control de lo que vamos a hacer durante nuestro viaje, pero hasta cierto punto. Si no dejamos algunos tiempos muertos en nuestro plan, no dejaremos espacio a la espontaneidad, a la observación, a poder tomar decisiones sobre la marcha. Preguntar a los lugareños por sitios que visitar o donde comer nos puede proporcionar agradables sorpresas.
Desconecta
No tiene sentido desplazarse cientos de kilómetros hasta un lugar maravilloso para terminar prestando más atención a la pantalla del móvil que ya ves todos los días. Disfruta de los paisajes, de la naturaleza, camina, toca, descubre tu destino a través de tus sentidos. Nunca podrás hacer lo mismo a través de una colección de selfies.
Disfruta
El turismo lento es, en definitiva, disfrutar de las cosas realmente buenas que tiene viajar: conocer gente, establecer relaciones, descubrir un lugar deambulando por sus calles sin rumbo fijo, participar de sus costumbres, degustar su gastronomía.
Como vemos, el turismo lento o slow travel tiene bastante en común con la amplia oferta turística que nos brinda La Rioja. Un turismo sano, a través del cual podemos disfrutar de la naturaleza y la cultura de la región. Haciendo especial hincapié a su gastronomía y, como no, al vino, emblema vivo de esta tierra.