El vino es una “historia humana”, una bebida universal que ha acompañado a las culturas mediterráneas desde hace 8 milenios y que ha hecho trascender su carácter como símbolo religioso o de celebración para convertirse en un icono, acompañando al sentimiento humano, acercando al hombre a las divinidades, integrándolo con la naturaleza, enseñándole a cuidar la vid y a cómo procesar su fruto, y siendo también su aliado tanto en los momentos más eufóricos como en los más desoladores. El vino está ligado a la historia de la humanidad, ha sido testigo de multitud de episodios desde muy amplias perspectivas y ha viajado a lo largo de los siglos, entre otras formas, como: grabado, exlibris, dibujo, minuta, impreso efímero y cartel.
El Proyecto
La Biblioteca Nacional de España (BNE) y la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino comenzaron en 2014 un convenio específico de colaboración para la realización de un estudio bibliográfico-iconográfico sobre la cultura del vino con el que se perseguía localizar, catalogar, estudiar, digitalizar y difundir la documentación existente en diferentes colecciones de la BNE, predominando las gráficas, relacionadas de alguna manera con la “bebida de los dioses”.
Desde esos inicios se han descubierto en los depósitos de la BNE gran cantidad de ejemplares de enorme belleza e interés relacionados con esta temática, conectados directa o indirectamente con el “néctar sagrado”, con la mitología dionisíaca y báquica, con el vino y su simbolismo en la religión, el vino en el arte, en la publicidad, los trabajos del vino, sus industrias auxiliares, el servicio del vino, etc.
Los Documentos
De entre los miles de documentos consultados y seleccionados son destacables el gran número de grabados que se conservan en el Servicio de Bellas Artes de la BNE cuya iconografía está relacionada con el vino. Se encuentran obras en las que se muestra a esta bebida y a la vendimia como una alegoría, tal es el caso de El otoño, de Jan Saenredeman (s.XVII); las que presentan motivos puramente vegetales, como Raisin Muscat Rouge de Benoit Chirat (s.XIX); composiciones a modo de bodegón con cálices, jarras y porrones, como Copa con asa con cuerpo de serpiente y cabeza de fauno (s. XVI) de Virgil Solis; o grabados que ilustran escenas literarias como Don Quijote derrota a los cueros de vino de Manuel Salvador Carmona (s. XVIII) , ilustrando el ensueño del personaje de Cervantes.
Los grabados mitológicos, ocupan una parte importante de esta colección. Abundan las representaciones del Dionisos griego y del Baco romano, así como de sus cortejos o bacanales compuestos por otros tantos personajes como silenos, faunos, sátiros, bacantes, etc. Tal es el caso, por ejemplo, de la Bacanal con la cuba de Andrea Mantegna (s.XVI).
Los pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento que relacionan el simbolismo del vino con la sangre de Cristo a través de la transustanciación se reflejan en las escenas de los grabados religiosos, como pasa en: La última cena (s. XVIII) de François Ragot, sobre composición original de Rubens o Las bodas de Caná (s.XVI), de Cort Cornelis, sobre composición original de Lorenzo Sabatini.
En el arte del siglo XVII son muy habituales las escenas de género, donde se muestra la realidad de la época, las miserias humanas, la pobreza y también la embriaguez, en ocasiones retratadas de manera grotesca. Aquí destaca Tres bebedores (Vivitur Parvo Bene), de Cornelis Visscher, según composición original de Adriaen van Ostade, ambos autores especializados en este tipo de escenas.
El máximo exponente del grabado satírico es el artista británico del s. XVIII, William Hogarth, de entre cuyas obras sobresalen A midnight modern conversation, Beer Street o Gin Lane, por su realismo y crítica a los efectos devastadores del alcohol en todos los estratos de la sociedad.
Entre los artistas del s. XX, se puede resaltar la particular visión de la Bacanal de Picasso o la escena costumbrista, Papa borracho de Ricardo Baroja.
Desde 2008, la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino, en colaboración con la Escuela Superior de Diseño de La Rioja (ESDIR), apoya a los nuevos creadores en esta disciplina artística y convoca anualmente el Premio Internacional de Grabado y Vino. La BNE custodia y conserva algunas de las obras presentadas a estos premios cuya temática gira en torno al vino y que también se incluyen en este acervo, tales como: Esencia de vino (2008), de David Rodríguez, máximo galardón en la 1ª edición.
Otro tipo de estampas halladas en el Servicio de Bellas Artes de la BNE con iconografía vitivinícola son los Exlibris. Se trata de pequeños grabados frecuentemente adheridos a las guardas o situados en los reversos de las cubiertas de los libros que expresan propiedad o pertenencia a una biblioteca, frecuentemente de un bibliófilo. En estos delicados documentos abundan sutiles elementos gráficos relacionados con el vino, localizados en grecas y cenefas ornamentales, algunas veces sólo visibles con ayuda de la lupa: racimos de uvas que sobresalen de cornucopias, hojas de parra y utensilios relativos al servicio y almacenamiento del vino como las copas, jarras, porrones, ánforas, cráteras y hasta sacacorchos.
Previo al grabado hay siempre un dibujo y entre los más destacados en esta selección de obras relacionadas con la cultura del vino predominan de nuevo los mitológicos, los dibujos dedicados al dios Baco y a su cortejo procesional. Bacanal de Luis Paret y Alcázar (1770) o Vuelta de Baco de la India, de Raymond La Fage (168-) son ejemplos significativos de este material. Y también, como en el caso de los grabados, la iconografía vinculada al simbolismo del vino en la religión cristiana se plasma en los trazos de La cena, de Lodovico Carraci (1575-1616) y en uno de los pasajes del Antiguo Testamento más representado en la historia del arte, Lot y sus hijas, (s. XVI).
También tienen un gran peso dentro de esta colección artístico- documental las minutas o cartas de restaurantes. Un material novedoso a la par que curioso que aporta, además, gran cantidad de información sobre los usos y costumbres gastronómicos y enológicos de la sociedad.
Hay que remontarse hasta 1849 cuando el Duque de Brunswick adoptaría la costumbre de pedir a sus sirvientes que redactaran la lista de platos y bebidas que se ofrecían en sus banquetes, hábito que se extendió rápidamente entre los nobles parisinos y que derivó en que cada comensal dispusiera de su propio listado de platos para saber con antelación lo que iba a degustar.
La mayoría de las minutas de restaurantes que forman este conjunto son españolas, gran parte de ellas del restaurante madrileño Lhardy y otras tantas de establecimientos catalanes, así como de otros puntos del globo. Muchos de ellos están manuscritos o impresos en francés por la génesis de la minuta y porque era un signo de distinción para el establecimiento, sobre todo en los primeros años del s. XX.
La minuta más antigua data de 1877. De entre los motivos de celebración de los banquetes destacan las bodas; los menús de compañías navieras; minutas de banquetes reales; banquetes en homenaje a personalidades de la política, el arte, grandes empresarios, etc.; menús de fiestas de Nochebuena, Navidad o Fin de Año; menús de actos de inauguración y también listas de precios de bebidas, entre las que se encuentran, por supuesto, los vinos españoles.
Las ilustraciones que decoran estas minutas están normalmente relacionadas con la temática del evento de celebración: motivos heráldicos, escudos de armas, logotipos de restaurantes y hoteles, algunos con publicidad de bebidas de la época, etc. También los hay en blanco, sin listado de platos, que servían de plantilla en las imprentas para ofrecer como muestra a los restaurantes.
En relación con las minutas, no podía faltar la gastronomía elaborada con tan preciado líquido. Así, desde finales del s. XIX, se tienen reseñas de menús con platos cocinados con vino, como: Filet de liebre a la borgoñona (1898), Lenguado en salsa de vino blanco Cherbourg (1903), Pollo trufado al champaña (1898), Riñones al Jerez o las tradicionales Peras al vino (1920). También platos “maridados” con vinos españoles y franceses entre los que destacan, los de Rioja, Jerez, así como los cavas catalanes.
La Ephemera (conjunto de impresos efímeros) merece una mención especial por lo particular de su naturaleza, que aún siendo documentos “sin pretensión de sobrevivir a la actualidad”, en el Servicio de Bellas Artes de la BNE se ha conseguido reunir, catalogar y conservar una magnífica colección relacionada con el mundo del vino y su iconografía. La tipología de estos documentos es muy variada. Destacan: calendarios de bolsillo y murales, como el de Viña Tondonia de principios del s. XX; tarjetas postales con publicidad de vinos fortificantes o reconstituyentes como el Vino de Aroud; tarjetas publicitarias como las de Anís del Mono o publicitarios también, la serie de cromos El carnaval de Vinos San Román.
Otros documentos clasificados como efímeros y que guardan relación en cuanto a su propósito como a sus elementos iconográficos con el vino son: felicitaciones de Navidad de diversos oficios vinculados a la bebida, como el de tabernero; recordatorios y estampas devocionales; tarjetas y prospectos de productos y establecimientos comerciales, como las de bodegas; etiquetas de bebidas, la mayoría de vinos, y también de caramelos, frutas, conservas y hoteles; habilitaciones y marquillas cigarreras, paipáis publicitarios y otros tantos pequeños documentos.
Además de la Ephemera, a la publicidad de los vinos, bodegas y todos los elementos y eventos que tienen que ver con esta bebida a la que homenajeamos, complementan los carteles, documento publicitario por excelencia que no falta en esta selección. Todos tenemos en mente cartelería publicitaria de las principales marcas de vinos, coñacs, brandies y destilados elaborados en territorio español. Estos carteles entran en la BNE principalmente a través del Depósito Legal aunque también los hay de fechas anteriores, como el del Vino de Bugeaud, que data de 1887, el cartel ganador del concurso de Anís del Mono firmado por el modernista Ramón Casas en 1910 o el del Champán Lúmen de Bodegas Bilbaínas de Haro, en La Rioja.
Sin embargo, entre los carteles se prefiere destacar otra tipología desde el punto de vista iconográfico y también etnográfico. Se trata de las Ferias y Fiestas de la Vendimia y el Vino que se llevan celebrando en diversas localidades españolas desde mediados del siglo pasado, distinguiéndose la de Requena que ostenta el título de ser la primera Fiesta de la Vendimia desde 1948. También son reseñables las fiestas de Jerez, Villanueva del Ariscal, Rioja y tantas otras localidades que se suman a la celebración de la recogida de la uva y al festejo por la buena cosecha.
Y como en una vendimia seleccionada, lo que se ha pretendido en este proyecto es recoger los mejores ejemplares creando una colección artístico-documental vinculada a esta excelsa bebida y hacerla accesible a todos los interesados. El próximo día 12 de abril se presentará y hará público el espacio web Cultura de vino, que recoge los resultados de este proyecto de colaboración entre la Fundación Vivanco y la BNE para así “devolver al vino lo que el vino nos ha dado”.
Diana Fraguas Ruiz
Documentalista de Fundación Vivanco