En el post Coleccionismo y obras por encargo en el Museo Vivanco, publicado en este blog el pasado mes de septiembre, recordé las motivaciones que impulsaron, hace más de veinte años, a Santiago Vivanco (Logroño, 1973) a convertir en realidad el sueño de su familia y fundar el Museo Vivanco, dedicado a celebrar el vino y su milenaria cultura. Ejemplo paradigmático de cómo una colección particular se pueda convertir, con pasión, constancia y dedicación, en un centro de referencia internacional, el Museo Vivanco de Briones (La Rioja) representa hoy en día, con sus más de 6.000 piezas originales, una institución de primer nivel en este ámbito. En 2007 fue declarado por la UNESCO mejor Museo de la Cultura del Vino a nivel mundial. En 2014 superó la cifra de 1.000.000 de visitantes.
El importante conjunto de piezas de arte y arqueología vinculadas al vino que el museo alberga constituye una de las colecciones más singulares de España, por su consistencia y por el valor de las obras que la conforman. Entre otras, destaca sin duda la sección de pintura, protagonizada por algunos de los principales artistas españoles contemporáneos, como Picasso, Gris, Miró, Chillida, Gal o Barceló entre otros. En el post mencionado al comienzo de este artículo recordamos que, dentro de esta sección, se encuentran dos de las pocas obras que Santiago Vivanco encargó directamente a los artistas en vida para ser expuestas en el museo. Se trata de Vinum (2011) de Juan Genovés, cuadro del que hablamos en el post anterior, y Copa (1997) de Antoni Tàpies, objeto de este artículo.
Obra destacada: Copa, de Antoni Tàpies
Antes de hablar de la obra, sin embargo, tenemos que dar una noticia muy importante acerca de ella. Y es que actualmente la pieza se encuentra fuera de la Sala 4 del Museo Vivanco, donde puede verse habitualmente. En el marco de una colaboración sellada el pasado 18 de junio, Copa ha sido cedida temporalmente al Museo Lázaro Galdiano, donde podrá verse hasta el próximo 6 de diciembre.
Museo Lázaro Galdiano, en la Calle Serrano de Madrid. Atribución: Luis García
Gracias a este acuerdo con la Fundación Vivanco, además, el museo madrileño abrirá gratuitamente sus salas al público, hasta el mes de septiembre de 2016, todas las tardes de los primeros viernes de cada mes. Asimismo (y previa inscripción para las primeras 25 reservas) se realizará una visita guiada por las obras más relevantes de la colección del Museo Lázaro vinculadas al vino. Entre otras, destacan piezas como una crátera de la antigua Grecia o el cuadro al óleo de Francisco de Goya La Era o El Verano (1786), boceto para el cartón conservado en el Museo del Prado, que posteriormente se plasmaría en un tapiz.
Este excepcional recorrido artístico temático termina precisamente con Copa, la obra de Tàpies, que podrá ser contemplada en la Sala de Arte Invitado. En esta sala, el Museo Lázaro Galdiano suele organizar exposiciones temporales de obras no pertenecientes a la colección del museo, a través de acuerdos especiales con otras instituciones nacionales e internacionales. Gracias a este programa de exposiciones, por ejemplo, el año pasado se pudo ver, por primera vez en España, el cuadro Campo cercado con labrador (1889, óleo sobre lienzo) de Vincent Van Gogh, proveniente del Museo de Bellas Artes de Boston. Los amantes del buen vino estarán encantados de saber también que, al final del recorrido expositivo, el ancestral maridaje entre arte y vino, cuya historia dura desde hace más de ochenta siglos, se celebrará a través de una cata de vinos de la bodega Vivanco, considerada, según la lista Wine&Spirits Top 100 Wineries of the Year for 2015, como una las 100 mejores del mundo.
Copa. 1997. Antoni Tàpies (Barcelona, 1923 – Barcelona, 2012). Óleo, barniz y lapicero sobre papel. Museo Vivanco de la Cultura de Vino.
Volviendo a Copa, como ya hemos recordado, se trata de una obra con un valor especial dentro de la Colección de Arte Vivanco, tanto a nivel artístico como a nivel afectivo, puesto que entre el artista y su comitente, Santiago Vivanco, existió una buena relación de amistad.
Conocido universalmente como uno de los máximos representantes de la pintura informal matérica – junto con artistas como el italiano Alberto Burri (1915-1995) o los franceses Jean Fautrier (1898-1964) y Jean Dubuffet (1901-1985) – que se desarrolló en Europa entre finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo XX, Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) fue uno de los fundadores, en Barcelona, de la revista y grupo de vanguardia denominado Dau al Set (1948). Su pintura, tras una primera fase ligada al surrealismo y a la figuración mágica de Miró, emprendió muy pronto una búsqueda estilística absolutamente autónoma y personal, caracterizada por el uso de técnicas experimentales; materiales tradicionalmente considerados como extra-artísticos (barniz, polvo, madera etc.); una estratificación peculiar de signos, texturas, rasgos gestuales y la inserción, en el plano bidimensional de la composición, de objetos como cuerdas, calcetines, cajas etc.
Antoni Tàpies (Barcelona, 13 diciembre 1923 – íbidem, 6 febrero 2012)
Tras varias décadas en las que sus obras presentaron una sensibilidad especial hacia lo objetual, en los años ochenta el interés de Tàpies por la pintura y por el soporte plano adquirió una fuerza renovada. En esta época, procedimientos como el aerosol o el uso de manchas de barniz empezaron a ser utilizados por Tàpies dentro de una nueva atención por la formas, si bien siempre desde una aproximación informal. En particular, el uso del barniz caracteriza una parte importante de su trabajo en las décadas de los ochenta y noventa.
Hasta el fin de sus días, el artista siempre estuvo motivado por la superación de los límites y las convenciones de la expresión artística. Muy importante, en este sentido, fue para él la variación de soportes y técnicas (desde la tabla, al lienzo al papel) así como la renovación de las técnicas. Paralelamente a su trabajo estrictamente pictórico, siempre desarrolló una importante actividad gráfica y de edición de libros de artista. En las últimas décadas de su vida, además, se interesó por temáticas espirituales y por las culturas orientales. Esto le llevó a una nueva visión fluida y dinámica del universo, entendido como un todo sometido al cambio y a la regeneración constante. La obra Copa fue realizada en 1997, en esta fase conclusiva de su carrera: una fase caracterizada por la huella profunda que dejaron en su obra acontecimientos dramáticos de la historia, como por ejemplo las guerras civiles y secesionistas en la antigua Yugoslavia (1991-1995) o el genocidio y las deportaciones de Ruanda (1994).
Realizada al óleo, barniz y lapicero sobre papel, Copa fue encargada a Tàpies, como ya recordamos, por el mismo Santiago Vivanco y fue creada en Barcelona. La pieza formó parte de la exposición Esprit de papier, que el artista presentó en París, entre el 3 de abril y el 20 de mayo de 1998, en la Galería Lelong. Las dieciséis obras expuestas en aquella ocasión tenían como denominador común el papel entendido como soporte para la creación. Se conoce que los papeles y cartones de Tàpies siempre tuvieron una gran relevancia en su trayectoria artística, como también fue demostrado en la exposición Tàpies. El tatuaje y el cuerpo. Papeles, cartones y collages. La muestra, compuesta por 250 obras realizadas por el artista a lo largo de cincuenta años, fue comisariada por Manuel J. Borja-Villel y se presentó en la Fundación Tàpies de Barcelona, del 4 de marzo al 3 de mayo de 1998.
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