Durante la Edad Media comenzaron a florecer los hospitales por toda Europa y allí hasta donde llegaban las órdenes religiosas (Templarios y Hospitalarios). Estaban vinculados a monasterios u órdenes (como el hospital de Jerusalén de la Orden de los Caballeros de San Juan) y atendidos principalmente por monjes o clérigos. En estos hospitales no sólo se atendía a los enfermos sino también a peregrinos, pobres, niños abandonados… y, a diferencia de los médicos laicos, estos monjes médicos practicaban la medicina y la caridad. Era una medicina caritativa y limitada a unos cuantos tratados no censurados y, lógicamente, sin ninguna capacidad de investigación o experimentación. Lógicamente, en alguna intervención quirúrgica -por llamarlo de alguna forma- alguno de sus pacientes se quedaba en la mesa de operaciones y la culpa de la muerte de un hombre suponía una pesada e ingrata carga para aquellos monjes que practicaban la medicina por caridad. En 1215, el Papa Inocencio III decidió poner fin a aquella práctica y promulgó la bula Ecclesia abhorret a sanguine (La Iglesia aborrece el derramamiento de sangre), con la que oficialmente se prohibía la práctica quirúrgica a los clérigos. A partir del siglo XIII, los reyes, los señores feudales y las propias ciudades se iniciaron en esta labor benéfico-asistencial y fundaron hospitales seglares, como el Hôtel-Dieu de Beaune en Francia –Hôtel-Dieu, “casa de Dios», se suele utilizar en Francia para denominar al hospital más grande de un pueblo o ciudad-.
La peste, los bandidos y la Guerra de los Cien Años habían hecho estragos en el mundo rural francés y los campesinos se vieron obligados a trasladarse a las ciudades en busca de protección y comida para sus familias. Para atender a los enfermos y, sobre todo, a los pobres que deambulaban por las calles mendigando un mendrugo de pan, Nicolás Rolin, canciller del duque de Borgoña Felipe el Bueno, y Guigone de Salins, su tercera esposa, fundaron en 1443 el Hotel-Dieu de Beaune (Hospital u Hospicio de Beaune) y les sœurs hospitalières, una hermandad de mujeres que atenderían a los pacientes. Además, Rolin dejo todo atado y bien atado desde el principio. En la carta fundacional, aprobada por el Papa Eugenio IV y Felipe el Bueno, se establecieron exenciones fiscales para la institución y, sobre todo, que la gestión y el funcionamiento fuesen independientes de la Iglesia y el Estado.
En 1457 Guillemette Levernier hizo la primera donación de viñas al hospital, una tradición que se ha mantenido durante siglos y que le ha permitido abastecerse de un producto con propiedades sanadoras y ser la fuente de financiación para su mantenimiento. En 1859 se decidió que la venta de vino se haría en subasta pública el tercer domingo del mes de noviembre en la gran sala central, la llamada Sala de los Pobres. Hoy en día, el dominio vitícola del hospital se acerca a las 60 hectáreas (50 de pinot noir y el resto de chardonnay) y produce uno de los mejores vinos de Borgoña. La subasta, administrada desde 2005 por la casa Christie’s, se ha venido celebrando ininterrumpidamente y sigue manteniendo su carácter benéfico. En la subasta celebrada en 2015 se alcanzó una cifra récord al pagarse 480.000 euros por un tonel de vino Borgoña del Hospicio de Beaune. En esa ocasión la recaudación se destinó a las víctimas de los atentados de París, al Instituto Curie contra el cáncer y a la Fundación para la investigación de los Accidentes Vasculares Cerebrales (AVC).
La Virgen con el canciller Rolin – Jan van Eyck (Museo Louvre)
En el edificio principal, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura del gótico francés -declarado Patrimonio Nacional de Francia- y hoy dedicado a museo, todavía se puede contemplar la declaración de amor de Nicolás a Guigone, la inscripción seulle (“solo ella”) en las baldosas del piso.
