Los griegos llegaron a asociar beber vino con la cultura civilizada, distinguiéndose de los bárbaros que bebían cerveza o, peor aún, vino sin diluir. Porque los griegos no tomaban el vino puro, añadían agua al vino -nunca al revés- y siempre en una proporción superior de agua que de vino (una mezcla a partes iguales se consideraba vino fuerte).
Si en Grecia existía un ritual asociado al consumo de vino ese era el simposio. Era el tiempo de la bebida y la charla entre los invitados después de concluir la comida principal (deipnon). Al acabar la comida, los sirvientes despejaban las mesas, adornaban a los huéspedes con coronas de hiedra, derramaban sobre ellos algunos perfumes, comenzaban a circular copas que se llenaban en la crátera (recipientes o vasijas hechas de barro donde mezclaba el agua y el vino para los invitados), se elegía a un árbitro de las charlas y las hetairas amenizaban la fiesta con sus bailes y su música.
Los brindis y las charlas siguientes se prolongaban alegremente hasta la noche y terminaban con el juego del cótabo, o en “comisaría”.
Una figura importante en este ritual era la del simposiarca, que podía ser el anfitrión o alguien del grupo elegido por votación. Era el que decidía la proporción de la mezcla y el número de cráteras que se iban a servir. Lo normal, para una reunión tranquila, eran tres; a partir de la cuarta comenzaban a entonarse los cantos regionales y las muestras de exaltación de la amistad; con la quinta peligraba el mobiliario y las charlas filosóficas se convertían en acaloradas discusiones; con la sexta se pasaba de las palabras a las manos…Y aunque lo normal era que el simposio comenzase y terminase en la casa del anfitrión, ya fuese regresando cada mochuelo a su olivo o durmiendo la mona allí donde a cada uno le pillase, en ocasiones la fiesta continuaba en la calle…era el komos. Los invitados, acompañados de la música, continuaban la fiesta recorriendo las calles, cual amigos de parranda nocturna (komoidós), entonando canciones burlescas, de sátira política o simples sucesos de actualidad -como nuestras chirigotas-. Dependiendo del grado de embriaguez, y de las cráteras consumidas, la fiesta podía terminar en “comisaría” por peleas y actos vandálicos… Igual no hemos cambiado tanto.
Aunque siguiendo el tono burlesco y satírico, con el tiempo estos cantantes nocturnos (komoidós) pasaron de cantar a interpretar breves piezas teatrales. A estas piezas se les llamó komoidía, palabra que pasó al latín como comoedĭa y de aquí nuestra comedia.
Hoy en día, el simposio tiene un carácter académico, en formato de seminarios, y en ellos se intercambia ideas o nuevos descubrimientos y se fomenta el debate. Eso sí, se ha eliminado la parte lúdica (el vino y las hetairas), o eso es lo que dicen los asistentes.