El vino ha acompañado al Hombre prácticamente desde el inicio de su Historia. El caldo de uva empezó a elaborarse en Mesopotamia en el sexto milenio antes de Cristo, por lo que cuando apareció la escritura ya estaba ahí. Se entiende, pues, que crecieran juntos y, a veces, incluso interaccionasen entre sí para dar lugar a obras literarias con temática enológica o, al menos, presencia vinatera de alguna forma.
Por eso puede ser interesante echar un vistazo a esta selección de creaciones literarias que hemos titulado El protagonismo del vino en once novelas. Las hay de todos los tiempos:
1. LA ODISEA (Homero)
Era inevitable empezar por la novela de las novelas, el modelo para todas las demás. Cierto que en sentido estricto, no se trata de tal sino de un poema compuesto por veinticuatro cantos agrupados en tres partes y cuya métrica se denomina hexámetro dactílico (seis dáctilos y un espondeo o troqueo) pero la mayoría de las traducciones que podemos encontrar son en prosa, por lo que el resultado es como una novela.
Las mil aventuras de Odiseo (Ulises) tienen uno de sus episodios más célebres en aquel en el que el navegante aqueo y los suyos quedan atrapados en la cueva del cíclope Polifemo, siendo devorados poco a poco por el gigante. Sólo se salvan gracias al proverbial del protagonista, que ofrece al monstruo una bebida que nunca había probado: el vino. Polifemo acaba dormido por el efecto del alcohol y eso le costará perder su único ojo… y su comida humana.
2. LA BARRICA DE AMONTILLADO (Edgar Allan Poe)
El ardid de Odiseo, el emborrachar al enemigo para aprovechar su consiguiente debilidad, sería recuperado en 1846 por un escritor como Poe, cuya relación con el alcohol fue autodestructiva debido a su dipsomanía y terminó costándole la vida.
A mediados del siglo XIX, durante el carnaval de una ciudad italiana, Montresor traza un taimado plan para vengarse de Fortunato. Tras llevarlo ebrio a su palacio, le incita a bajar a la bodega para que pruebe el exquisito vino jerezano que da titulo a la obra. En medio de veladas alusiones a la masonería, Fortunato acabará encadenado y emparedado sin darse cuenta hasta el último momento, en un breve relato incluido en esa maravillosa antología de cuentos que es Narraciones extraordinarias.
3. LA CELESTINA (Fernando de Rojas)
Hay quien considera que la mejor loa al vino de la literatura española es esta novela, medio dramatizada y escrita en tiempos de los Reyes Católicos por el bachiller Fernando de Rojas, quien subrayó su ambiguo carácter con el título original de Tragicomedia de Calisto y Melibea (aunque en su primera edición salió sin el “Tragi”, sólo “Comedia”).
El argumento resulta bastante conocido: Calisto, enamorado perdidamente de Melibea, que no le corresponde, contrata a una vieja alcahueta para que con sus malas artes consiga que la chica caiga también prendada de él. Tiene éxito pero al negarse a compartir la recompensa con los criados termina asesinada y luego un funesto destino se cebará también con los dos amantes.
Celestina, la enredadora en cuestión, vive en una mancebía en la que suele tener como interlocutor a un viejo jarro de vino al que dedica un monólogo-homenaje que debería figurar en la puerta de todas las bodegas el mundo: “Esto quita la tristeza del coraçon, más que el oro y el coral; esto da esfuerzo al moço e al viejo fuerça; pone color al descolorido, coraje al couarde, al floxo diligencia; conforta los celebros; saca el frío del estómago (…) Más propiedades os diría de ello que todos teneys cabellos”.
4. LA BODEGA (Vicente Blasco Ibáñez)
Escritor, periodista y político, el inefable autor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis y La barraca, firmó varias novelas sociales (La horda, La catedral, El intruso) de las que nos interesa aquí La bodega porque, como indica su título, transcurre en el ambiente de los fabricantes vinícolas andaluces (aunque su idea era escribir una tetralogía con bodegas de otras regiones pero nunca llegó a hacerla).
Publicó el libro en 1905, tras concebirlo en un viaje que le llevó a Jerez para dar un mitin, y tiene como protagonista a la familia Dupont, acaudalada propietaria de una bodega jerezana que explota a sus empleados. Uno de ellos, Fermín, terminará asesinando al dueño, el desaprensivo Luis, para vengar la violación de su hermana, debiendo luego emigrar a América. La fuerte crítica social -recordemos que Blasco Ibáñez era de ideología republicana radical- generó una enorme polémica y tardó décadas en poder encontrarse un ejemplar en Jerez.
5. LA BODEGA (Noah Gordon)
De bodega a bodega y tira Noah Gordon porque le toca. El escritor estadounidense de best sellers alcanzó la gloria en 1986 con El médico (luego ampliada con dos secuelas, Chamán y La doctora Cole), que no hace mucho fue adaptada al cine y su última obra, publicada hace ya bastante en 2007, es The winemaker. Literalmente debería traducirse como El viticultor pero en España se ha distribuido con el mismo título que la de Blasco Ibáñez, acaso porque, como decíamos antes, el libro del valenciano no es muy conocido.
Sin embargo, la acción sí se desarrolla en nuestro país, concretamente en Cataluña, y gira en torno a un viticultor que, tras el asesinato del general Prim y en medio de las guerras carlistas, huye a Francia, aprende todo lo relacionado con el mundo del vino, y luego regresa para aplicar esos conocimientos en las viñas familiares que hereda.
6. EL HIJO DE LA VID (Carlos Clavijo)
Carlos Clavijo es más conocido por su labor como guionista de televisión (El hormiguero, Narcos), productor y director de cortometrajes; pero también ha escrito varias novelas, de las que las más populares son Bienvenidos a Spanien y El hijo de la vid, está última publicada en 2010.
Transcurre en el imaginario pueblo riojano de San Esteban, en el contexto de la plaga que arrasó los viñedos españoles a finales del siglo XIX, cuando un joven llamado Miguel, tras un frustrado intento de emigración a América, regresa para luchar por su sueño de elaborar su propio vino, el mejor del mundo. Todo ello a despecho de una serie de dificultades que se le van presentando durante cinco décadas, lo que sirve para hacer una semblanza de la España de la primera mitad del siglo XX.
7. LA CATA (Roald Dahl)
Roald Dahl es un escritor galés que se ha labrado un nombre en la literatura infantil y juvenil con títulos como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, James y el melocotón gigante, Las brujas o El gran gigante bonachón, todas ellas con un éxito agrandado luego por sus respectivas adaptaciones cinematográficas. Pero también tiene obras para lectores adultos y uno de los cuentos mejor considerados es Taste (La cata), que publicó por primera vez en 1945 a través de la prensa.
El vino es el hilo conductor de la trama, en la que un corredor de bolsa llamado Mike Schofield propone a sus seis invitados averiguar qué vino les acaba de servir, advirtiendo que les resultará imposible. Pero todos aceptan el reto, especialmente el sumiller Richard Pratt, de manera que lo que empezó como una velada tranquila irá adquiriendo una tensa rivalidad que desembocará en sorpresa.
8. UN VIÑEDO EN LA TOSCANA (Ferenc Máté)
La mayoría de quienes disfrutan con la lectura y el vino suelen citar entre sus favoritas esta novela de 2007 del húngaro Ferenc Máté, que ya había triunfado ocho años antes con Las colinas de la Toscana. Como puede deducirse, la región italiana es el escenario donde el protagonista cuenta, en clave autobiográfica, cómo intenta materializar su ansiado sueño de crear su propia bodega.
Para ello aprovecha los viñedos de un antiguo monasterio, haciendo frente a los obstáculos que va encontrando por el tortuoso camino con una siempre bienvenida dosis de sentido del humor: la meteorología adversa, las peculiaridades de los vecinos, los errores propios de todo neófito, los buenos momentos alrededor de una copa…
9. IN VINO VERITAS (Virginia Gasull)
No podía faltar en esta selección un libro con un título tan a propósito como éste que corresponde a la primera novela de Virginia Rasull, una arquitecta y sexóloga tan aficionada a la enología que no pudo evitar debutar en literatura creativa, al menos en la de larga duración pues antes había probado el relato corto y el ensayo, este último precisamente relacionado con el tema: La historia de los viticultores franceses durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.
In vino veritas combina el género policíaco con el bélico (vuelve sobre el tema del ensayo) a través de una inspectora de policía que, investigando el robo de un mosaico y unas valiosas botellas de vino, se enamora de un importante enólogo que la introduce en ese mundo. Una buena forma de hacerlo, sin duda. Y doblemente amena porque, al parecer, los derechos de la novela han sido adquiridos por una productora que ya prepara su adaptación al cine.
10. MUERTE ENTRE LOS VIÑEDOS (Jean-Pierre Alaux y Noël Balen)
Si de investigaciones literarias se trata no hay nada como un buen asesinato; si son dos, mejor que mejor Y si el escenario del crimen es un sitio tan sugerente como el del título, la cosa se pone interesante por momentos. Es lo que se encuentra Benjamin Cooker, un desenfadado detective inglés que además es aficionado a la enología y tiene que ayudar al comisario Barbaroux a aclarar el estrangulamiento de una pareja de ancianos viticultores de Burdeos.
Página tras página, la descripción del mundo vinícola va adquiriendo tanta importancia como la trama policíaca. Y para quien no tenga bastante al final, que sepa que Muerte entre los viñedos sólo es una más de una serie con el título común de La sangre de la viña, de las que también se ha editado en español La misteriosa botella de Petrus (en Francia se ha hecho una serie de televisión).
11. A MERCED DE UN DIOS SALVAJE (Andrés Pascual)
No podemos resistirnos a añadir,a manera de bonus, este drama rural escrito en clave de thriller por el abogado y novelista Andrés Pascual. Y es que el argumento transcurre entre las cepas y la bodega de la Finca Las Brumas, donde un fotógrafo y su hijo enfermo viven y reviven un tremendo suceso acaecido veinte años antes, resultando una combinación de crimen, culpa, misterio, rencillas familiares y otros atractivos elementos.
Todo ello con el guiño cómplice de inspirarse en el municipio riojano Briones, la bodega Vivanco e incluso en personajes del Museo de la Cultura del Vino de esta última.
Y todavía quedarían en el tintero otros muchos títulos, desde ese Lazarillo de Tormes en el que el protagonista birla caldo a su amo ciego a través de un poro en el jarro al cuento Caballo de pica, donde Ignacio Aldecoa narra un brutal asesinato con vino, pasando por obras denuncia en ambientes bodegueros (La taberna, de Emile Zola; Dos días de septiembre, de José Luis Caballero Bonald), el nocivo efecto de los excesos etílicos (Silencio, de Wenceslao Fernández Flórez) o simplemente el divertimento con un genio llamado Tempranillo que sale de una botella de vino, no para conceder deseos sino para contar historias (El genio de la botella, de Miguel Ángel Aguirre Borrallo).
Incluso habría que citar el Quijote o, más concretamente, a Sancho Panza, catador consumado capaz de identificar el origen de un vino gracias al «instinto tan grande y tan natural» heredado de su padre.
