El extraordinario valor simbólico del vino, su capacidad de crear escenografías, mitos y rituales colectivos, ha sido representado, a lo largo de miles de años, a través de todas las formas expresivas humanas. Todos los tipos de arte, en todas las épocas, nos han hablado alguna vez de la presencia del vino en nuestra vida.
Si hay un lenguaje creativo típico de la cultura contemporánea, éste es sin duda la fotografía. En este post te presentamos seis obras destacadas, de reconocidos fotógrafos españoles e internacionales, en las que el vino y su cultura juegan un papel fundamental.
Todas las piezas pertenecen a la Colección de Arte del Centro de Documentación del Vino Vivanco y podrás verlas en vivo, hasta la primavera de 2017, dentro del marco de la exposición temporal Vivanco, pensando en Vino: 40 años de Coleccionismo.
Alberto Schommer, Bodegón, gelatina de plata/revelado químico (copia moderna de la obra de 1957)
Fotógrafo español de reconocido prestigio, Alberto Schommer García (1928-2015) recibió (entre otros premios) la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes en 2008 y el Premio Nacional de Fotografía en 2013. A lo largo de más de medio siglo retrató celebridades, representó paisajes y realizó extraordinarias naturalezas muertas. Este bodegón en blanco y negro pertenece a la primera época de su trayectoria artística, en la que alternó la pintura con su gran interés por el cine y la fotografía (1955-1960).
Alberto Schommer, Bodegón, gelatina de plata/revelado químico (copia moderna de la obra de 1957).
Henri Cartier-Bresson, Rue Mouffettard, gelatina de plata/revelado químico, 1954
Esta instantánea en blanco y negro de Henri Cartier-Bresson (1908-2004) documenta la vitalidad de las calles del París de los años cincuenta del siglo XX. Asimismo, representa en modo ejemplar el concepto fotográfico de “instante decisivo”, acuñado por el mismo autor francés. Considerado uno de los grandes maestros de la historia de la fotografía, Cartier-Bresson es el padre del fotoperiodismo y de la fotografía de calle contemporánea. Atrapar la fugacidad de la vida, poniendo la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo momento en el que se desarrolla el clímax de una acción, se convirtió para él en una verdadera misión artística y humana.
Henri Cartier-Bresson, Rue Mouffettard, gelatina de plata/revelado químico, 1954
Henri Cartier-Bresson, Champagne, gelatina de plata/revelado químico, 1960
Al igual que la fotografía anterior, esta obra fue realizada en los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial. Cartier-Bresson ya se había convertido en fotógrafo profesional y desde 1947 formaba parte de la prestigiosa agencia internacional Magnum Photos. En las décadas de los cincuenta y sesenta viajó tanto por Europa como fuera del continente (URSS, China y Japón entre otros países). En estos viajes retrató los paisajes y los habitantes de los países que visitaba. En sus fotografías, la humanidad de las personas y sus vivencias históricas y emocionales son los verdaderos protagonistas. Como en el caso de esta obra.
Cecilia del Val, First Aniversary, fotografía digital a color, 2008
Cecilia del Val (1975) es una de las fotógrafas españolas más interesantes de su generación. Sus obras están presentes en las colecciones de instituciones públicas como el Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid o el Museo de Bellas Artes de Santander (entre otras). Además, recibió varios reconocimientos, como el I Premio Estampa-Epson de Fotografía de la Feria Estampa (Madrid) o Descubrimientos PHotoEspaña en 2009. Esta obra, surrealista y escenográfica, pertenece a la serie Otro reino de 2008 y fue elegida como imagen de portada del libro Una copa para dos. Relatos de mujer y vino, editado por la editorial de Vivanco.
Cecilia del Val, First Aniversary, fotografía digital a color, 2008
Elisabeth Ohlson Wallin, La última cena, papel baritado con impresión digital, 1998
Esta reinterpretación colorista, en clave contemporánea, del tema de la Última Cena es una de las obras más icónicas de la fotógrafa sueca Elisabeth Ohlson Wallin (1961). Artista desde siempre comprometida con la exploración sin tabúes de la naturaleza humana, en su trabajo representa a menudo las minorías sexuales. Esta fotografía se presentó por primera vez en la controvertida exposición Ecce Homo (Estocolmo, 1998), compuesta por 12 piezas que ambientaban otros tantos episodios del Nuevo Testamento en situaciones de la vida moderna.
Elisabeth Ohlson Wallin, La última cena, papel baritado con impresión digital, 1998
Ouka Leele, Veranos de la Villa, fotografía coloreada a mano con acuarela, 1996
Cerramos el post con una obra de Ouka Leele (pseudónimo de Bárbara Allende Gil de Biedma, 1957), una de las artistas españolas contemporáneas más conocidas. Famosa a nivel internacional por ser protagonista del movimiento artístico y cultural de la Movida madrileña, recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2005 y la Medalla de plata de la Comunidad de Madrid en 2012 (entre otros reconocimientos). Su inconfundible trabajo fusiona pintura y fotografía, aplicando acuarela para colorear la superficie de las fotos en blanco y negro. De esta manera consigue crear un lenguaje artístico propio, muy llamativo y sugerente.
Ouka Leele, Veranos de la Villa, fotografía coloreada a mano con acuarela, 1996.
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