100% Mazuelo.
860 botellas.
Vendimia manual en pequeñas cajas de diez kilogramos de capacidad. Enfriamiento en cámara de frío hasta que la temperatura de la uva alcance los 3 ºC. Doble selección de racimos y granos, con un suave despalillado y estrujado. Vinificación por separado de las parcelas El Castaño y Martinete. Encube por gravedad en tinos de madera de roble francés con ausencia de bombeos. Maceración en frío y fermentación durante 18 días con levaduras autóctonas. Descube por gravedad a barrica nueva de roble francés para realizar la fermentación maloláctica.
14 meses de estancia en barricas nuevas de roble francés de diferentes tonelerías, tostados y orígenes, sin trasiegos, permaneciendo con sus lías hasta su embotellado y realizándose batônnage periódicos durante los cuatro primeros meses. El vino se embotella sin filtrar ni clarificar por lo que pueden aparecer con el tiempo pequeñas precipitaciones de origen natural.
Nuestra botella está inspirada en una original del s. XVIII visitable en el Museo Vivanco de la Cultura del Vino.
Color púrpura, de capa alta, con un ribete granate que tinta la copa. Aromas intensos a fruta negra madura (moras), rojas (frambuesas), sotobosque, hierbas frescas, café, todo rodeado de un componente terroso y mineral. En boca es muy fresco, frutal, balsámico, con un tanino suave y un final largo, potente, complejo y persistente.
Cocidos, legumbres, carnes guisadas y todo tipo de carnes a la brasa.
Fue en vísperas de San Prudencio, el 28 de abril. El cielo se quedó limpio, sin una nube. Las viñas brotadas, con un adelanto de quince días respecto a un año normal. Y el termómetro bajó y bajó, hasta llegar a los -4ºC, -5ºC. El resultado fue la mayor helada de este nuevo siglo en Rioja Alta. Con casi 35.000 hectáreas afectadas. Nuestros viñedos de Mazuelo se salvaron de aquella helada. Pero sufrieron una sequía extrema que limitó mucho la producción. Hasta la fecha la cosecha más precoz de nuestra historia, vendimiando a finales de septiembre.