“Complejidad y elegancia”70% Tempranillo, 15% Graciano, 10% Garnacha y 5% Mazuelo.
6.950 botellas.
Vendimia manual de cada una de las variedades en pequeñas cajas de diez kilogramos de capacidad. Enfriamiento en cámara de frío hasta que la temperatura de la uva alcance los 3 °C. Doble selección de racimos y granos, con un suave despalillado y estrujado. Vinificación por separado de las cuatro variedades. Encube por gravedad en tinos de madera de roble francés con ausencia de bombeos. Maceración en frío y fermentación individual de cada variedad con levaduras autóctonas: 22 días para el Tempranillo, 21 para el Graciano, 23 para la Garnacha y 22 para el Mazuelo. Descube por gravedad a barrica de roble francés nueva y de segundo año para realizar la fermentación maloláctica.
16 meses de estancia en estas barricas de diferentes tonelerías, tostados y orígenes, sin trasiegos. Cada uno de los cuatro vinos permanece con sus lías hasta su embotellado y se realizan batônnage periódicos durante los primeros meses. Se realiza la cuvée de los vinos y se embotella sin filtrar ni clarificar por lo que pueden aparecer con el tiempo pequeñas precipitaciones de origen natural.
Nuestra botella está inspirada en una original del s. XVIII visitable en el Museo Vivanco de la Cultura del Vino.
Granate picota muy intenso. Aroma potente y complejo, con abundante fruta negra y roja muy madura y con una madera fina muy bien integrada. También aparecen elegantes notas minerales, especias, tofe y regaliz. En boca es muy expresivo, con un paso de boca sedoso, fresco, sabroso e intenso, dejando un largo postgusto, complejo y elegante.
Todo tipo de carnes rojas a la brasa, foie, guisos y platos de caza.

A 2020 lo tendremos siempre en el recuerdo por la pandemia y sus consecuencias. El estallido de la misma paralizó el mundo y abrió paso a una de las añadas más complejas de la historia. Un invierno frío y lluvioso, dejó paso a una primavera y un verano extremadamente húmedos y templados, con una presión de mildiu y oídio como no se había visto hacía años. La lucha fue constante. Vivimos en la viña de mayo a octubre. Cada amanecer. Así hasta la vendimia. El resultado: vinos menos opulentos, pero muy francos. Finos, atávicos, delicados y frutales. Representantes de una viticultura extrema y del trabajo del hombre contra la adversidad.